Sunday, December 28th, 2008 escrito por admin
Panorama del tercer día del Festival Internacional de la Digna Rabia
En el tercer día de actividades del Primer Festival Mundial de la Digna Rabia casi dos mil personas asistieron a las instalaciones del Lienzo Charro de Iztapalapa. En la zona de puestos, 136 expositores de más de 250 organizaciones y colectivos de México y 25 países continuaron tendiendo puentes y exponiendo sus luchas.
Desde talleres de esténcil, decenas de pláticas y presentaciones de materiales impresos hasta proyecciones de videos y realización de graffiti llenaron de color y de rabia las tierras del oriente de la Otra Ciudad de México. Hay grabados, hay graffittis, hay mantas, una explosión de obras de arte que surgen de la creatividad y de la decisión de luchar de artistas de abajo y a la izquierda que deambulan de un espacio a otro de este Festival antisistémico. Aquí se están encontrando luchas del campo, de la ciudad, de lo jóvenes, de las mujeres, de los pueblos indígenas, de los ecologistas, de los pensionados, de los trabajadores, de las colonias populares y de las escuelas. Son lo olvidados de los discursos “de altura”, no importa, ellos ya se están encontrando a sí mismos y están furiosos.
Las dos mesas de discusión que versaron sobre La Represión y sobre “Otra Historia, Otra Política” fueron construidas con la participación de decenas de ponentes y con un lleno total. Cuatrocientas personas por la mañana y casi 500 por la tarde saturaron la instalación construida por adherentes a la Otra Campaña.
Eventos culturales diversos, tan diversos como nuestra indignación, tan diversos como son nuestras resistencias, saltaron a los dos escenarios a partir de las 12 del día y hasta las 8 de la noche. Música clásica, ska, hard-core, performance, teatro, poesía, danza fueron los nombres que tomó la lucha cultural contra el capitalismo. Bajo un sol invernal quemante, los cuerpos de niños, jóvenes y viejos bailaron y cantaron contra la explotación, la represión, el desprecio y el despojo.
Exposiciones fotográficas, de pintura y grabado hacen que la policromía de este encuentro sea estrictamente literal. Una gran carpa cobija la larga historia del Congreso Nacional Indígena y su inquebrantable voluntad de resistir.
Ninguna cantidad de trípticos de programa es suficiente, cientos de personas los demandan todo el tiempo. Más aún, a lo largo del día no dejan de aparecer nuevos artistas dispuestos a presentar sus trabajos. Los niños también participan, no sólo con manifestaciones culturales, sino también rompiendo piñatas con figuras representativas del enemigo común: el capitalismo.
Una red interna construida literalmente a mano permitió que todos los eventos fuesen transmitidos por FM, a través del 104.5, Radio Digna Rabia. Desde esa señal, la red de los medios de comunicación autogestiva retransmitió la Digna Rabia a todos los rincones de la Ciudad Monstruo y por Internet al resto del mundo.
Al fondo, la Digna Rabia se alimenta también. Las dimensiones del Festival tienen un espejo en la larga cocina-cafetería que no deja de trabajar en todo el día. Diariamente se preparan más de 900 comidas y aún así es necesario que un horno, donado por adherentes a la Otra Campaña de Zumpago, trabaje continuamente, alimentado siempre por manos de la Otra, haciendo pizzas y postres.
En esta conjunción de rabias, Francisco Villa llega cabalgando de nuevo en la forma de un magistral mural hecho a la lata en un muro del lienzo. La Digna Rabia ya está aquí, dice un pequeño cartel en alguno de los largos pasillos de puestos. Abajo, a la izquierda, algo se mueve y va a destruir al enemigo, al capitalismo.