Por: Antonio Roquentin
La Cámara de Senadores aprobó declarar el 2 de octubre como día de luto nacional. Cada año en esa fecha, la bandera será izada a media asta en memoria de los muertos de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Por aplastante mayoría, la iniciativa fue enviada a la Cámara de Diputados para su análisis y aprobación. Considerando que entre el PAN y el PRI le dan forma a esa “aplastante mayoría”, ¿sorprende la resolución? No. Cuando se hace oficial la conmemoración de una fecha, se hace oficial el cierre de su ciclo vital. El gobierno festeja cada 20 de noviembre la Revolución Mexicana y lo hace de manera oficial: con discursos, desfiles, coronas fúnebres en las tumbas de los próceres. La celebración oficial anula la contradicción entre los objetivos y motivaciones del levantamiento y la existencia del estado tal cual lo conocemos. En un acto solemne, la clase política y militar parece reconocer la causa revolucionaria y hacerla suya. El día feriado parece decirnos “este día se conmemora algo histórico, algo que sucedió en el pasado, algo que tiene su lugar en el recuerdo… es un día para descansar.” El día oficial está destinado a la reflexión, al recuerdo; es entonces cuando está justificada la memoria. Cada 2 de octubre, el país hablará de duelo nacional, las banderas quedarán a medio camino y la clase política pondrá cara de tristeza. Será el día para repudiar la violencia, la represión, “la lucha por la democracia”. ¿Acteal? ¿Atenco? ¿Oaxaca? ¿Ciudad Juárez?, ya no tienen importancia, les ganó Tlatelolco y ahora es representante de lo mucho que odiamos la violencia. El 2 de octubre recordaremos que nos gusta la paz y la democracia, que rechazamos la violencia y la represión; y como será un recuerdo oficial, no será un recuerdo contra el poder de arriba, será un recuerdo de arriba que anula los recuerdos dolorosos que no lleven esa fecha. No se si los senadores de “izquierda” consideren esto como un triunfo, los responsables no recibieron y al parecer no recibirán el castigo que merecen por esos hechos; al contrario, en Mazatlán existen colonias con el nombre de criminales como Luís Echeverría y Gustavo Díaz Ordaz. Después de cumplirse los 40 años de la masacre de estudiantes en Tlatelolco, lo mejor que pudieron hacer estos payasos (payasos importantes pues ganan más de 200 mil pesos al mes), fue marcar el calendario oficial. Esperemos que no llegue el día fatídico en que se haga oficial la celebración del primero de enero como el “día de la diversidad cultural y los pueblos originarios”, porque entonces sí nos habremos ido de una vez y para siempre al soberano carajo.
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