31/8/11

Carta de Javier Sicilia al Subcomandante.

Que todo sea luz, paz, fuerza y gozo.

Lo extraño muchísimo Besos. Javier
Querido Subcomandante Marcos:



Mil gracias por las líneas que le dedica al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad en su tercera carta a Don Luis Villoro. Las hemos leído con el detenimiento de quienes están abiertos a la escucha. Desde ese detenimiento y esa escucha queremos darle las gracias por su profunda humildad y solidaridad con el Movimiento y decirles que a sus muertos, como Dionisio-Chiapas y Mariano, hacedores de paz, los llevamos con todos los dolores en nuestro corazón. Queremos decirles también que aunque no nos entiendan, aunque lo nuevo–esa capacidad para tratar de hacer la paz incluso con nuestros adversarios, porque creemos que los equívocos de un ser humano no son el ser humano, sino una alienación de su conciencia que hay que transformar mediante la paciencia del amor— los desconcierte, compartimos los mismos anhelos y esperanzas, las de “un mundo en el que quepan muchos mundos”.
La paz, querido Subcomandante, es, como decía Gandhi, “el camino”, un camino que sólo se hace con todas y todos. Ustedes, hace 17 anos, al lado de la sociedad civil, nos lo enseñaron no sólo al visibilizar y dignificar el pasado negado y humillado de nuestra tradición indígena, sino también cuando, a partir de la escucha y del dialogo, abrieron el debate de lo que, en medio de la crisis de las instituciones, podría ser una nueva esperanza de reconstrucción de la nación: las autonomías.
Por desgracia, el poder, que es ciego; los intereses, que no escuchan los latidos del corazón de la historia, y el egoísmo, esa forma atroz del yo que rompe los vínculos con los otros, no los escucharon –cambiar el corazón del poder es siempre largo y doloroso–. La consecuencia es la espantosa emergencia nacional que vive actualmente el país, cuyo epicentro, como una ironía de la sordera, se encuentra en Juárez, en la frontera norte del país.
Hoy la guerra ha desgarrado los cuatro partes de México (el norte, el sur, el este y el oeste), pero también, en la visibilizacion de nuestros dolores –que son muchos y cada vez mas– de nuestros rostros, de nuestros nombres y de nuestras historias, nos ha unido para –en la paz del amor, que nos lleva a caminar, abrazando dolores, y a dialogar, buscando trastornar la conciencia de los poderosos—encontrar ese yo plural, ese nosotros, que nos han arrebatado. Ello sólo ha podido nacer del corazón, de la solidaridad y de la esperanza, es decir, de la gran reserva moral que hay todavía en la nación y de la cual ustedes forman una de sus más hermosas partes. Hoy, más que nunca, creemos que sólo en la unidad nacional de esa reserva –que no sólo está abajo, sino también arriba y a los lados, en todas partes– podemos detener la guerra y encontrar entre todos el camino de la refundación nacional.
México, querido Subcomandante, es un cuerpo desgarrado, un suelo fracturado, que hay que recomponer como un cuerpo y una tierra sanas en las que –como todo cuerpo y toda verdadera tierra– cada una de sus partes, cuando se armonizan y se cultivan en el bien, son tan necesarias como importantes.
Caminar, dialogar, abrazar y besar –esas cuatro maneras que encontramos en nuestra historia hecha del mundo indígena y del mundo occidental— son las formas que asumimos no solo para acompañar a otros y a otras, sino para encontrar el camino perdido y hacer la paz. Caminar, es ir al encuentro de los otros; dialogar es desnudar, estremecerse, iluminar la verdad –que al principio escuece, pero después consuela–; abrasarse y besarse es no sólo hacer la paz, sino también romper las diferencias que nos dividen y enfrentan.
Hace algunos años unos amigos fundamos una revista–espero tenga en sus manos algunos ejemplares–: *Conspiratio*. El nombre viene de la primera liturgia cristiana, donde había dos momentos altos: la *conspiratio* y la *comestio*. El primero se expresaba mediante un beso en la boca. Era una co-respiracion, un intercambio de alientos, un compartir el espíritu, que abolía las diferencia y creaba una atmosfera común, una verdadera atmósfera democrática–quizá de allí derivo el sentido que la palabra conspiración tiene en nuestra época; quizá el imperio romano, un imperio, como todo imperio, espantosamente estamentado, decía, “quienes son estos que conspiran y ponen en peligro el poder”–. Cuando besamos y abrazamos creamos esa atmosfera común, una atmosfera –es la realidad de cualquier atmosfera– inestable, que rápidamente puede desaparecer, pero no por ello falsa. Es un signo de lo que anhelamos y que repentinamente, en el amor, aparece lleno de gratuidad como la vida misma. Así, caminar, dialogar abrazar y besar es hacerlo, desde nuestro dolor, por y para nuestros muertos–a quienes olvidamos darles ese amor–, por y para nuestros jóvenes, nuestros niños y niñas, nuestros indígenas, nuestros migrantes, nuestros periodistas, nuestros defensores de derechos humanos, nuestros hombres y mujeres, es decir, por y para todos. Es, de alguna manera, evitar que la indolencia, la imbecilidad y la miseria del alma, nos condenen a todos a la muerte, a la corrupción y al olvido.
Como usted dijo bien al referirse al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad –una frase que también empleo hace años en relación con el zapatismo–: “Podrán cuestionar los métodos, pero no las causas”. Es por ellas, por esas causas, que detener la guerra es tarea de todos y de todas.
Hagámonos cargo de lo que hoy es México, hagámonos cargo del dolor y del perdón, tomemos el camino de la paz y dejemos el juicio a la historia.
Nos vemos en el sur, querido Subcomandante. Mientras llegamos con la lentitud del andar y el dolor a cuestas, le mandamos a usted y a los compas un gran beso, ese beso con el que nuestro corazón no cesa de abrazarlos.
Desde el Arca, cerca de las montañas de Vercors
27 de agosto de 2011, 5 meses después de los asesinatos de Juanelo, Luis, Julio y Gabo.
Por el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad
Paz, Fuerza y Gozo. Javier Sicilia

25/8/11





Tomado de: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2011/08/25/sci-marcos-tal-vez-carta-tercera-a-don-luis-villoro-en-el-intercambio-sobre-etica-y-politica/

Carta Tercera a Don Luis Villoro en el intercambio sobre Ética y Política
TAL VEZ…
(Carta Tercera a Don Luis Villoro en el intercambio sobre Ética y Política)

EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL
MÉXICO.

Julio-Agosto del 2011.

Para: Don Luis Villoro.
De: SupMarcos

Don Luis:

Reciba los saludos de tod@s nosotr@s y un abrazo fuerte de mi parte. Esperamos que se encuentre mejor de salud y que la pausa en este intercambio haya servido para intentar nuevos planteamientos y reflexiones.

Aunque la realidad actual parece precipitarse en forma vertiginosa, una reflexión teórica seria debería ser capaz de “congelarla” un instante para así descubrir en ella las tendencias que nos permitan, revelando su gestación, ver hacia dónde va.

(Y hablando de la realidad, recuerdo que fue en La Realidad zapatista desde donde le propuse a Don Pablo González Casanova un intercambio: él debía hacerme llegar una paquete de galletas Pancrema, y yo debía enviarle un supuesto e improbable libro de teoría política (por llamarlo de alguna forma). Don Pablo cumplió, y el dilatado andar de nuestro calendario me ha impedido cumplir con mi parte del intercambio… todavía. Pero creo que en lluvias próximas habrá más palabras).

Como tal vez se ha ido insinuando en nuestra correspondencia (y en las letras de quienes, generosos, se han adherido a este debate), la teoría, la política y la ética se entrelazan de formas no muy evidentes.

Ciertamente no se trata de descubrir o crear VERDADES, ésas piedras de molino que abundan en la historia de la filosofía y de sus hijas bastardas: la religión, la teoría y la política.

Creo que estaríamos de acuerdo en que nuestro empeño apunta más hacia tratar de hacer “saltar” las líneas no evidentes, pero sustanciales, de esos quehaceres.

“Bajar” la teoría al análisis concreto es uno de los caminos. Otro es anclarla en la práctica. Pero en las epístolas no se hace esa práctica, si acaso se da cuenta de ella. Así que creo que debemos seguir insistiendo en “anclar” nuestras reflexiones teóricas en los análisis concretos o, con más modestia, tratando de acotar sus coordenadas geográficas y temporales. Es decir, insistir en que las palabras se dicen (se escriben, en este caso) desde un lugar y en un tiempo específico.

Desde un calendario y en una geografía.

I. El espejo local.

El año del 2011, Chiapas, México, el Mundo.

Y en estos calendario y geografía, acá seguimos atentos a lo que pasa, a lo que se dice y, sobre todo, a lo que se calla.

En nuestras tierras seguimos en resistencia. Siguen las agresiones en contra nuestra provenientes de todo el espectro político. Somos un ejemplo de que es posible que todos los partidos políticos tengan un mismo objetivo. Auspiciados por los gobiernos federal, estatal y municipales, todos los partidos políticos nos atacan.

Previa a cada agresión o después de ella, hay una reunión entre funcionarios gubernamentales y dirigencias “sociales” o partidarias. Se habla poco en ellas, sólo lo necesario para acordar el precio y la forma de pago.

Aquellos que critican nuestra posición zapatista de que “todos los políticos son iguales”, deberían darse una vuelta por Chiapas. Aunque es seguro que dirán que es algo estrictamente local, que eso no pasa a nivel nacional.

Pero en la clase política chiapaneca se repiten, con sus toques autóctonos, las mismas rutinas ridículas de los tiempos preelectorales.

Hay ajustes de cuentas internos (al igual que en las bandas criminales), que en la clase política se disfrazan de “justicia”. Pero en todas partes se trata de lo mismo: dejar libre el camino al elegido en turno. Todo lo que pasa abajo se tacha de ser un complot de uno o varios rivales. Todo lo que pasa arriba se deforma o se calla.

Con la política mediática de pago de elogios, cuando se trata de Chiapas no hay ninguna diferencia entre la prensa de la capital del país y la de la capital estatal.

¿Alguien puede hablar seriamente de justicia en Chiapas cuando sigue libre uno de los responsables de la matanza de Acteal, de nombre Julio César Ruiz Ferro? “Mi presidente no te preocupes, deja que se maten, yo voy a mandar la seguridad pública para que levanten a los muertos”, respondió el entonces gobernador de Chiapas, Julio César Ruiz Ferro, a Jacinto Arias Cruz, alcalde de Chenalhó, quien le advertía sobre un inminente enfrentamiento en Acteal el 19 de diciembre de 1997. (María de la Luz González, El Universal. 18 de diciembre del 2007).

¿Y qué decir de “El Croquetas” Roberto Albores Guillén, responsable de la matanza de El Bosque, además de haber erigido un imperio de crímenes y corruptelas que ahora le permiten jugarle a trasmano a Juan Sabines Guerrero y a su “gallo”, el coleto Manuel Velasco, para volver a la gubernatura de Chiapas? (hablando de “gallos”, ¿alguna vez el lopezobradorismo dará cuentas por haber ayudado a reciclar a lo peor de la política priísta chiapaneca?)

Ah, la vieja rivalidad entre las vetustas clases políticas de Comitán, San Cristóbal de Las Casas y Tuxtla Gutiérrez (por cierto, sus antecedentes se pueden encontrar en el libro de Antonio García de León, “Resistencia y utopía: memorial de agravios y crónicas de revueltas y profecías acaecidas en la Provincia de Chiapas durante los últimos quinientos años de su historia” en la editorial ERA de la entrañable Neus Espresate).

Mientras proliferan los barruntos de una tormenta en la política del Chiapas de arriba, Juan Sabines Guerrero parece seguir empeñado en la línea que tantos fracasos le dio antes al “Croquetas” Albores: alentar a grupos, paramilitares y no, para que agredan a las comunidades zapatistas; solapar el auge de mafias criminales con o sin coartada de partido político; mantener la impunidad para l@s cercan@s; la simulación como programa de gobierno.

Una prensa, local y nacional, bien “aceitada” con dinero, no alcanza a ocultar, con el disfraz de unanimidad, la guerra intestina en la política de arriba.

Sobre todo esto, baste con señalar lo siguiente: hace tiempo que las reglas internas de la clase política están rotas. Los encarceladores de ayer son los encarcelados hoy, y los perseguidores de hoy serán los perseguidos mañana.

No es que no se hagan “acuerdos”, sino que ya no tienen capacidad de cumplirlos.

Y una clase política que no cumple con sus acuerdos internos es un cadáver esperando sepultura.

No, la clase política de arriba no entiende nada. Pero sobre todo no entiende lo fundamental: su tiempo se ha terminado.

Gobernar dejó de ser un oficio político. Ahora el trabajo por excelencia de los gobernantes es la simulación. Más importantes que los asesores políticos y económicos, lo son los asesores de imagen, publicidad y mercadotecnia.

Así se hacen hoy en día los gobernantes en México, mientras las realidades locales, regionales y nacionales se hacen pedazos.

Ni los boletines gubernamentales disfrazados de “reportajes” y “notas periodísticas” logran cubrir la crisis económica: en las principales ciudades del Chiapas real empiezan a aparecer y a crecer la indigencia y los “trabajos” más marginales. La pobreza que parecía ser exclusiva de las comunidades rurales empieza a crecer en las zonas urbanas del sureste mexicano.

Justo como en el resto del territorio nacional.

¿Parece que estoy hablando de la política de arriba a nivel nacional y no local?

Ah, los fragmentos del espejo roto, irremediablemente roto…

II. ¿Un epitafio para una clase política o para una Nación?

Cuando Felipe Calderón Hinojosa (presidente gracias a la culpa ahora confesa de Elba Esther Gordillo), se disfraza de guía turístico para que a México no sólo lleguen policías y militares norteamericanos, se asoma al Sótano de Las Golondrinas, en Aqusimón, San Luis Potosí, y exclama un “¡Oh my god!” (http://mexico.cnn.com/nacional/2011/08/17/calderon-promueve-destinos-turisticos-en-el-programa-the-royal-tour), bien podría decir lo mismo si se asoma al pozo en el que el país se ha sumido durante su mandato.

Según las estadísticas reveladas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) el número de pobres en México pasó de 48.8 millones a 53 millones. Casi la mitad de la población mexicana vive en condiciones de pobreza. Casi 12 millones de personas están en condiciones de pobreza extrema.

Y si uno revisa los mapas de la misma CONEVAL, podrá darse cuenta de que las manchas de pobreza, antes privativas de los estados del sur y sureste de México (Guerrero, Oaxaca, Chiapas) empiezan a extenderse a los estados de norte del país.

Los precios de los productos básicos se han duplicado y triplicado durante este sexenio.








Según datos del Centro de Análisis Multidisciplinario, para tener el dinero suficiente para adquirir la canasta alimenticia recomendable, al inicio del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa se necesitaban trabajar 13 horas y 19 minutos al día. 5 años después, en este 2011, se necesitarían trabajar 22 horas y 55 minutos.

Mientras las ganancias de los millonarios se han cuadriplicado en los últimos 10 años.















A todo esto habría que sumarle las pérdidas de empleo por cierres de fuentes de trabajo. Entre ellos el golpe criminal al Sindicato Mexicano de Electricistas. El ataque fue encabezado por el facineroso secretario del trabajo, Javier Lozano Alarcón (que será recordado también por las extorsiones gansteriles -Zhenli Ye Gon y los 205 millones de dólares para el fraude electoral del 2006-), y “aclamado” por los grandes medios de comunicación masiva.

Por cierto, la gigantesca campaña propagandística en contra de los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (que incluye la amenaza de acciones penales en contra de sus dirigentes), que lo mismo los acusa de indolentes que de terroristas, debiera contrastarse con la realidad: si esos trabajadores eran perezosos e inútiles, ¿cómo es que había luz eléctrica en la zona centro del país?, ¿cómo funcionaban las televisoras que ahora los atacan, los periódicos que los calumnian, las estaciones de radio que los difaman?; ¿y las deficiencias que, ahora con la Compañía Federal de Electricidad, se padecen en la mayoría de los hogares de esa parte de México?; ¿y los nuevos recibos que aparecen ahora con cantidades exorbitantes?

Pero la resistencia de estos trabajadores no pasa desapercibida. No para nosotros.

Y mientras en la economía nacional la crisis mundial apenas se asoma, la clase política sigue, esa sí, en su holgazanería.

El 2012 llegó al calendario de arriba desde el 1 de diciembre del 2006, y a lo largo de estos 5 años no ha hecho sino evidenciar que esos calendarios no sirven ni para decorar los muros derruidos de la casa grande que aún llamamos “México”.

En el PRI, un Beltrones y una Paredes hacen cálculos para desplazar a un Peña Nieto quien se ocupó más en hacer pasarela mediática (había dinero) y poco en hacer política (no había oficio).

En el PRD, la pareja dispareja de López Obrador y Marcelo Ebrard comienza a darse cuenta de que lo fundamental depende de las burocracias partidarias de la autodenominada “izquierda” institucional.

Y en el PAN de la pesadilla nacional, un hombrecito enloquecido con muerte y destrucción busca quien le cubra las espaldas cuando los guardias presidenciales y el palacio nacional ya no lo hagan.

Aunque el desprestigio y desgaste del partido en el gobierno es grande, Felipe Calderón Hinojosa le apuesta, y fuerte, al uso de todos los recursos a su alcance para imponer su propuesta. Si ya lo hizo en el 2006, bien podría repetirlo en 2012. Y lo necesitará, porque sus cartas están muy ajadas: Un Cordero que le promete a su pastor que seguirá siéndolo; un Lujambio esperando no recibir la estocada de la estela de luz; un Creel al que el gris le sienta bien (y lo define); y una Vázquez Mota cuyo único argumento es ser mujer.

(Recuerdo alguna discusión cuando Barack Obama y Hillary Rodham Clinton se disputaban la candidatura presidencial. Algunas feministas pedían el apoyo a Hillary por ser mujer, algunas afroamericanas demandaban respaldar a Obama por ser de color. El tiempo demostró que allá arriba no cuentan ni el color ni el género).

Mientras, como la matrona de un burdel, Elba Esther Gordillo deshoja la margarita… y no descarta el lanzarse ella misma, en vez de apoyar a alguien.

Con tan patético panorama es lógico, y hasta de esperar, que surjan precandidatos externos… y jilgueros que los acompañen.

En realidad, fuera de las camarillas partidarias, del poder económico y de alguna militancia, el relevo gubernamental no parece interesarle a nadie.

La apatía va siendo remplazada por el rencor, y no son pocos los sueños en los que se acaba por fin de sepultar al sistema político mexicano, y con manos plebeyas se labra sobre su tumba el epitafio: “Lo hizo de la manera difícil, pero el juego ha terminado al fin”

Mientras tanto la guerra sigue… y con ella las víctimas…

III. Culpar a la víctima.

Un psicólogo norteamericano, William Ryan, escribió en 1971 un libro llamado “Culpar a la víctima” (“Blaming the Victim”). Aunque su intención inicial era una crítica al llamado “Reporte Moynihan” que pretendía hacer responsable de la pobreza en la población negra en Estados Unidos a conductas y patrones culturales y no a la estructura social, esta idea se ha usado más para casos de sexismo y racismo (más frecuentemente en los casos de violación, donde se acusa a la mujer de haber “provocado” al violador por la ropa, la actitud, el lugar, etc.).

Aunque nombrándolo de otra forma, Theodor Adorno describió esto de “culpar a la víctima” como una de las características definitorias del fascismo.

En el México contemporáneo, han sido algunos miembros del alto clero, autoridades gubernamentales, artistas y “líderes de opinión” de los medios de comunicación, quienes han recurrido a esta patraña para condenar a víctimas inocentes (principalmente mujeres y menores de edad).

La guerra de Felipe Calderón Hinojosa ha convertido ese rasgo fascista en todo un programa de gobierno y de impartición de la justicia. Y no son pocos los medios de comunicación que lo han hecho suyo, permeando así el pensamiento de quienes todavía creen lo que se dice y se escribe en la prensa, la radio y la televisión.

Alguien, en algún lado, señaló que los crímenes contra inocentes encierran una triple injusticia: la de la muerte, la de la culpa y la del olvido.

Todo el sistema que padecemos cuida, guarda y cultiva el nombre y la historia del asesino, sea para su condena, sea para su glorificación.

Pero el nombre y la historia de las víctimas queda atrás.

Más allá de sus familiares y amistades, las víctimas son asesinadas de nuevo al ser condenadas a convertirse en un número, en una estadística. Muchas veces ni eso alcanzan.

En la guerra que Felipe Calderón Hinojosa ha impuesto a la sociedad entera de México, sin distingos de clase social, raza, credo, género o ideología política, se agrega un dolor más: el de etiquetar a esas víctimas inocentes de criminales.

Se disfraza así el imperio de impunidad bajo la consigna del “ajuste de cuentas entre narcotraficantes”.

Y esa pesada lápida cae también sobre familiares y amistades.

La injusticia reinante no sólo funciona para garantizar impunidad a funcionarios gubernamentales de todo tipo, federales, estatales y municipales. También agobia a las familias y amistades de las víctimas.

Sus muertos lo son también cuando socialmente se prescinde de su nombre y de su historia, y una vida recta se deforma con los calificativos prodigados por las autoridades y repetidos hasta la nausea por los medios de comunicación.

Las víctimas de la guerra se convierten entonces en culpables y el crimen que les corta miembros o los asesina no es sino una forma cuasi divina de justicia: “ell@s se lo buscaron”.

Felipe Calderón Hinojosa será recordado como un criminal de guerra, no importa que hoy, rodeado de abrazo y escapulario, se las dé de gran estadista o “salvador de la patria”.

Y su historia será recordada con rencor.

Ni siquiera alcanzará, a falta de justicia, la mofa y el escarnio populares que suelen acompañar la salida de los mandatarios.

Sus patéticos remedos de “guía turística”, la ilegalidad e ilegitimidad de su llegada a la presidencia, sus fracasos políticos, su responsabilidad en la crisis económica, el haberse hecho de un equipo formado por golpeadores y guaruras disfrazados de funcionarios, el nepotismo, el consolidar lo que ya se conoce como “el cártel de Los Pinos”; todos sus desfiguros quedarán en segundo plano.

Quedará su guerra, perdida, con su cauda de víctimas “colaterales”: la derrota, el desgaste y el desprestigio irremediables de las fuerzas armadas federales (poco o nada podrán hacer las series televisivas para contrarrestar eso); la entrega de la soberanía nacional al imperio de las barras y las turbias estrellas (ya lo dijimos antes: los Estados Unidos de América serán los únicos triunfadores en esa guerra); el aniquilamiento de economías locales y regionales; la destrucción irreparable del tejido social; y la sangre inocente, siempre la sangre inocente…

Puede ser que la muerte no tenga remedio.

Que nada pueda llenar el hueco de soledad y desesperanza que deja la muerte de un inocente.

Puede ser que nada de lo que se haga pueda volver a la vida a las decenas de miles de inocentes muertos en esta guerra.

Pero lo que sí se puede hacer es luchar contra esa tesis fascista de “culpar a la víctima” y nombrar a los muertos y con ello recuperar sus historias.

Liberarlos así de la culpa y del olvido.

Aliviar su ausencia.

IV. Nombrar a los muertos y su historia.

Mariano Anteros Cordero Gutiérrez, era su nombre. Estaba por cumplir 20 años cuando, el 25 de junio del 2009 en Chihuahua, Chihuahua, fue asesinado.

El padre de Mariano, el Lic. Mariano Cordero Burciaga, se entrevistó con el entonces gobernador del Estado de Chihuahua, José Reyes Baeza, éste le dijo que el asesinato había sido una confusión callejera. Unas semanas después de los acontecimientos, la representación del Colegio de la Barra de Abogados del Estado pidió una explicación de los hechos a las autoridades correspondientes. Éstas respondieron que había sido “un ajuste de cuentas entre narcotraficantes”. Culpar a la víctima.

Aquí unos jirones de su historia:

Mariano estudiaba en el Instituto Tecnológico de Parral (ITP) la carrera de ingeniería en gestión empresarial y había recibido la carta de aceptación para estudiar la carrera de derecho en la Universidad Autónoma España de Durango, Campus Parral.

Antes de estos estudios fue misionero voluntario, en el Internado Marista del poblado de Chinatú, Municipio de Guadalupe y Calvo, Chihuahua. Era responsable de 32 niños indígenas que estudiaban la primaria en dicho internado.

Mariano era un joven zapatista, de ésos que luchan sin pasamontañas. En marzo de 2001, junto con su padre, participó como cinturón de paz en la Marcha del Color de la Tierra. En 2002 marcha en las diferentes manifestaciones del altermundismo en Monterrey, Nuevo León, con motivo de una cumbre de jefes de Estado donde estuvo Bush pero también Fidel Castro. Al momento de morir, Mariano guardaba en un morral de uso cotidiano la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, el Manifiesto del Partido Comunista y su último libro adquirido: “Noches de fuego y desvelo”.

Cuando hicimos nuestro recorrido de la Otra Campaña por el norte de México, a nuestro paso por el estado de Chihuahua, el joven Mariano asistió a una de las reuniones. Al terminar, pidió hablar conmigo a solas.

¿La fecha? Noviembre 2 del 2006. Unas semanas antes, el 17 de octubre de ese año, Mariano había cumplido 17 años.

Nos sentamos dentro del mismo cuarto donde había sido la reunión. Palabras más, palabras menos, Mariano me manifestó su deseo de venir a vivir a una comunidad zapatista. Quería aprender.

Me sorprendió su sencillez y humildad: no dijo que quería venir a ayudar, sino a aprender.

Le dije la verdad: que lo mejor era que estudiara una carrera universitaria y que la terminara, porque acá (y allá, y en todos lados) la gente de honor termina lo que comienza; que mientras no dejara de luchar ahí, en su tierra, con los suyos.

Que ya con sus estudios terminados, si seguía pensando igual, tendría un lugar con nosotros, pero a nuestro lado, no como maestro ni como alumno, sino como uno más de nosotros.

Cerramos el trato con un apretón de manos.

7 años antes, el 8 de mayo de 1999, cuando Mariano tenía 9 años, yo le había escrito un mensaje en una hoja de cuaderno:

“Mariano: Llegará el momento, (no todavía, pero llegará, es seguro) en que en tu camino encontrarás otros que cruzan y tendrás que escoger uno. Cuando llegue ese momento, mira hacia adentro y sabrás que no hay opciones, que es sólo una la respuesta: ser consecuente con lo que uno piensa y dice. Si esto está firme, no importa el camino ni la velocidad del paso. Lo que importa es la verdad que ese paso anda.”

Hoy nombramos a Mariano, a su historia, y desde esta geografía le mandamos a su familia un abrazo zapatista de herman@s que, aunque no cure, sí alivie…

V. ¿Juzgar o tratar de entender?

También desde nuestra geografía hemos tratado de seguir con atención el paso del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza Javier Sicilia.

Sé bien que juzgar y condenar o absolver es el camino preferido por los comisarios del pensamiento que aparecen a uno y otro lado del espectro intelectual, pero acá pensamos que hay que hacer un esfuerzo por tratar de entender varias cosas:

La primera es que se trata de una movilización nueva que, en su proyecto de constituirse en movimiento organizado, va construyendo sus propios caminos, con logros y caídas propios. Como todo lo nuevo, pensamos que merece respeto. Ellos pueden decir, con razón, que se pueden cuestionar las formas y los métodos, pero no las causas.

Y también merece atención para tratar de comprender, en lugar de hacer juicios sumarios, tan caros a quienes no toleran nada que no esté bajo su dirección.

Y para respetar y comprender hay que mirar hacia arriba, pero también hacia abajo.

Cierto que arriba llaman la atención e irritan los arrumacos que reciben los responsables directos de tantas muertes y destrucción.

Pero abajo vemos que, en familiares y amistades de las víctimas, despierta esperanza, consuelo, compañía.

Nosotros pensábamos que tal vez era posible que se levantara un movimiento que detuviera esta guerra absurda. No parece que así sea (o no todavía).

Pero lo que sí se puede apreciar, desde ya, es que hizo tangibles a las víctimas.

Las sacó de la nota roja, de las estadísticas, de los míticos “triunfos” del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, de la culpa, del olvido.

Gracias a esa movilización, las víctimas comienzan a tener nombre e historia. Y la patraña del “combate al crimen organizado” se desmorona.

Cierto que todavía no entendemos el por qué se dedican tanta energía y esfuerzos a la interlocución con una clase política que, desde hace tiempo, perdió toda voluntad de gobierno y no es más que una pandilla de facinerosos. Tal vez lo irán descubriendo por sí mismos.

Nosotros no juzgamos y, por lo tanto, ni condenamos ni absolvemos. Tratamos de entender sus pasos y el anhelo que los anima.

En suma, el digno dolor que los acuerpa y mueve, merece y tiene nuestro respeto y admiración.

Pensamos que es lógico que se dialogue con los responsables de los problemas. En esta guerra, es razonable dirigirse a quien la desató y la escala. Quienes critican que se dialogue con Felipe Calderón Hinojosa olvidan esto tan elemental.

Sobre las formas que ha tomado ese diálogo, han llovido críticas de todo tipo.

No creo que a Javier Sicilia le desvelen las críticas ruines de, por ejemplo, el Paty Chapoy de La Jornada, Jaime Avilés (igual de frívolo e histérico), o las vilezas del Doctor ORA (de quien en ningún lugar se dice que sea de izquierda ni que sea congruente) a quien sólo le falta decir que Sicilia mandó matar a su hijo para “impulsar” la imagen de Felipe Calderón Hinojosa; o los señalamientos que le reprochan no ser radical, hechos precisamente por quienes enarbolan como un logro el “no haber roto ni un vidrio”.

En su correspondencia (y me parece que en algunos actos públicos), Javier Sicilia gusta de recordar un poema de Kavafis, en especial el verso que dice: “No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes, ni la cólera del airado Poseidón”. Y esos críticos histéricos no llegan ni de lejos a eso, así que los patéticos rencores de esos hombrecitos no llegan más allá de sus pocos lectores.

Lo real es que ese movimiento está haciendo algo por las víctimas. Y eso es algo que ninguno de sus “jueces” puede alegar a favor propio.

Por lo demás, ni Javier Sicilia ni algunos de sus allegados desprecian las observaciones críticas que reciben desde la izquierda, que no son pocas y sí son serias y respetuosas.

Pero no hay que olvidar que son observaciones, no órdenes.

Transcribo el final de una de las cartas privadas que le hemos mandado:

“De manera personal, si me lo permite, le diría que siga con la poesía, y el arte en general, a su lado. En ella se encuentran asideros más firmes que los que parecen abundar en el sin ton ni son del palabrerío de “analistas” políticos.

Por eso termino estas líneas con estas palabras de John Berger:


“No puedo decirte lo que el arte hace y cómo lo hace, pero sé que el arte con frecuencia enjuicia a los jueces, clama venganza para el inocente y proyecta hacia el futuro lo que el pasado ha sufrido, de modo que no sea jamás olvidado.


Sé también que el poderoso teme al arte, en cualquiera de sus formas, cuando hace esto, y este arte a veces corre como un rumor y una leyenda entre la gente porque le da sentido a lo que la brutalidad de la vida no puede, un sentido que nos unifica, porque al final es inseparable de la justicia. El arte, cuando funciona así, se convierte en el lugar de encuentro de lo invisible, de lo irreductible, lo perdurable, el valor y el honor”



En fin, tal vez todo esto no venga al caso (o cosa, según)…

VI.- Una pequeña historia.

Y tal vez tampoco venga al caso (o cosa, según) esta pequeña historia que ahora le cuento Don Luis:

El día 7 de mayo del 2011, una columna de vehículos salió de madrugada de la zona zapatista Tzots Choj, transportando hombres y mujeres bases de apoyo del EZLN que participarían, junto con las otras zonas, en la movilización de apoyo al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza Javier Sicilia. Siendo las 0600, uno de los carros volcó y en el accidente perdió la vida el compañero Roberto Santis Aguilar. Siendo muy joven, Roberto se hizo zapatista y escogió “Dionisio” como nombre de lucha.

La historia del compañero Dionisio se antoja sencilla escuchándola contada por sus padres y su esposa. Dice su padre que, en su familia, fue Dionisio el que primero se entró en zapatista:

“Entonces ya que estamos trabajando aquí en la milpa tanteó la hora que vamos platicar allá en la milpa, el miró como que ya no hay gente, ahí dijo vamos a platicar un rato, hay una organización, lo oí que está muy bueno. Entonces ahí empezó a decir, pues empezó a platicar con nosotros, con sus hermanos, entonces ahí empezó a decir que está muy bueno ese organización, parece que hay ayuda para nosotros y así dijo. Entonces así entramos pero primero nosotros lo oímos esa palabra, entonces ya entramos ya nosotros, pues poco a poco fue arrimando todo, también la gente. Así es, entró a la organización ahí.

Entramos nosotros a la organización, es que en ese tiempo pues estamos muy jodido para vivir pues, y es que no hay terreno donde puedas trabajar más pues, no hay pues, estamos muy pobres de al tiro. Luego el mal gobierno hace así, fuéramos a hablar si hay modo de agarrar un pedazo pues así de tierra, ya ni caso hace el pinche gobierno pues, por eso este organización oímos que estaba en este camino y ahí entramos pues con esta organización nosotros, sí, año que entramos, año de 1990, sí.”

Cuatro años después, siendo ya miliciano zapatista, el compañero Dionisio forma filas en el regimiento que toma las cabeceras municipales de Altamirano, Chanal y Oxchuc, llevando una escopeta calibre 20. Las guarniciones gubernamentales fueron derrotadas en esas plazas, pero en el repliegue el compañero Dionisio y otros milicianos fueron tomados presos y torturados por priístas de Oxchuc.

Tal vez recuerde usted, Don Luis, las imágenes que repitieron hasta el cansancio los medios de comunicación nacionales e internacionales: los zapatistas golpeados severamente, amarrados en un quiosco en la cabecera de Oxchuc, la turba priísta gritando y amenazándolos con quemarlos vivos. Un helicóptero gubernamental los trasladó a la cárcel de Cerro Hueco, donde siguieron siendo interrogados con torturas. Lo tuvieron 15 días sin alimento, con apenas agua y lo sacan a las 4 de la mañana para bañarlo con agua fría. No dio información alguna. Fue liberado después, junto con otros presos zapatistas, a cambio del prisionero de guerra general Absalón Castellanos.















Después siguió el Diálogo de Catedral, el Diálogo de San Andrés, la firma de los acuerdos, el incumplimiento gubernamental, la resistencia zapatista.

Decenas de miles de hombres, mujeres, niños y ancianos se negaron a recibir la ayuda gubernamental e iniciaron el proceso de construcción de su autonomía con sus propias fuerzas y la ayuda de la sociedad civil nacional e internacional.

El compañero Dionisio fue elegido como autoridad de un Municipio Autónomo Rebelde Zapatista y fue presidente de la comisión de producción municipal. Cuando nacieron las Juntas de Buen Gobierno, fue miembro de una de ellas. Terminando su servicio comunitario como autoridad autónoma, quedó como promotor local en su comunidad.

De cómo cumplía sus trabajos nos cuenta su esposa:

El compañero antes de que hacía los trabajos decía que él no le importaba el tiempo que lo va a perder y también no es que traiga dinero suficiente, tan siquiera el pasaje que llega donde lo va a hacer trabajo y no le importa de que pierda su tiempo, tan siquiera pues con pozol pues eso es lo que decía antes el compañero cuando hacía el trabajo, que eso lo quiere nuestra lucha. Y él decía que de por sí él está bien convencido de la lucha, que no lo quiere dejar y ya sea cualquier sufrimiento que hay pero él está bien convencido de luchar. Al compañero le gustaría más el trabajo, no le importaría si es que no tiene dinero pero lo que gustaría más es el trabajo, y siempre cuando sale en su comisión o a hacer trabajo como consejo mucha gente ahí en ese ejido está en contra del compañero porque sale haciendo trabajo lo que es de la organización, pues como es ejidatario y siempre le piden la multa que no asiste en las reuniones, otros trabajos que se hacen en la comunidad.

















Cuando el compañero Dionisio hacía su trabajo como consejo autónomo, su esposa quedaba trabajando en la milpa o cargando leña. Y comparten el trabajo: cuando el compañero regresa del trabajo en su oficina, llega en su casa y al otro día sale a las cuatro, a las cinco de la mañana para ver su trabajo, ya sea de la milpa o de otros trabajos, pero su esposa siempre lo acompaña para hacer los trabajos, así comparten entre ellos.

El día de la marcha, el 7 de mayo de este año: se levantan a las 2 de la mañana y empezaron a alistarse: moler la masa para las tortillas, preparar la comida para dejar a los hijos, y a preparar pozol para que llevaran a la marcha. Y dice su esposa que, siempre que el compañero Dionisio salía de comisión le decía que nunca se sabe si es que regresa. Esa madrugada salió bien contento. El cuerpo del compañero regresó acompañado de muchas bases de apoyo zapatistas.

Lo acompañaron hasta llegar a su casa.

Cuando hablamos con los familiares del finado compañero Dionisio, nos pidieron que pasáramos estos mensajes a quienes están luchando contra la guerra del mal gobierno:

El padre: este mensaje para el compañero Javier Sicilia y a otros compañeros que han muerto sus hijos a causa de buscar el bien, entonces le mando este mensaje que ánimo en su lucha, que pues para poder vencer al mal gobierno.

La esposa: El mensaje al compañero Javier Sicilia y a otros compañeros que han muerto sus hijos pues ánimo en su lucha, que no dejen de luchar, es el mensaje para luchar juntos.

La madre: que sigan luchando, ánimo con sus luchas y pues siempre a esta situación que si estamos dispuestos a luchar esto va a pasar, y que ellos sigan luchado, y no están solos.























Cierto, no están solos.

La historia del compañero Dionisio es sencilla y, como la de tod@s l@s zapatistas, se puede resumir así: ni se rindió, ni se vendió, ni claudicó.


Mmh… pues salió larga esta carta. Imagine usted lo que será la dirigida a Don Pablo González Casanova a quien le debo no una misiva sino un libro.

Y ahora que la releo antes de enviarla, se me ocurre que todo lo que en ella se dice tal vez no venga al caso en lo que estamos reflexionando sobre ética y política.

¿O tal vez sí?

Vale. Salud y ojalá haya más empeño en entender y menos en juzgar.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Julio-Agosto del 2011.

19/8/11



Tomado del periódico La Jornada


El narcotráfico: una arma del imperio
Gilberto López y Rivas


Argenpress, en sus ediciones virtuales, puso a la venta el libro de Marcelo Colussi El narcotráfico: una arma del imperio (2010), cuya lectura resulta imprescindible para el análisis sobre el tema en el ámbito planetario y, en particular, para la comprensión de la trágica situación que vive actualmente nuestro país. Considerado su trabajo como “un aporte a un campo donde hay demasiada mentira”, el autor sostiene que alrededor del narcotráfico hay una versión oficial, manejada incansablemente por los medios de comunicación masiva, y una realidad oculta.

Observando la magnitud descomunal del negocio de drogas ilícitas, afirma que el circuito comercial mueve unos 800 mil millones de dólares anuales, por arriba de la venta de petróleo pero por debajo de la de armas, que sigue siendo el mercado más redituable en todo el mundo. La hipótesis principal de Colussi radica en plantear que el poder hegemónico liderado por Estados Unidos ha encontrado en este nuevo campo de batalla un terreno fértil para prolongar y readecuar su estrategia de control universal. “Como lo ha encontrado también con el llamado ‘terrorismo’, nueva ‘plaga bíblica’ que ha posibilitado la nueva estrategia imperial de dominación militar unipolar con su iniciativa de guerras preventivas”.

Se sostiene que los mismos factores de poder que mueven la maquinaria social del capitalismo global crearon la oferta de estupefacientes, generaron la demanda, y “sobre la base de ese circuito tejieron el mito de unas maléficas mafias superpoderosas enfrentadas con la humanidad, causa de las angustias y zozobras de los honestos ciudadanos, motivo por el que está justificada una intervención policiaco-militar a escala planetaria”.

Siguiendo una metodología de preguntas y respuestas, nuestro autor establece un interrogante clave: ¿quién se favorece con el tráfico de drogas ilegales? A lo que responde que para las grandes mayorías no hay beneficio alguno: el drogodependiente entra en un infierno en el que no más de 10 por ciento de quienes lo intentan logra recuperarse; sus familiares llevan una carga agobiante, pues la adicción envenena toda convivencia; a los agricultores que cultivan la materia prima en los países del sur sólo llega uno por ciento de los beneficios totales del negocio; entre los pueblos indígenas el pago en efectivo, la represión y la cultura delincuencial rompen con las estructuras de autogobiernos comunitarios; la economía campesina de autoconsumo es remplazada por una mercantilizada; la cultura del dinero fácil vinculado a la criminalidad se liga con un desgarramiento profundo de todo el tejido social, entrando en un proceso de descomposición y de guerra; todo el aparato del sicariato y el dedicado a la comercialización, sea la mula, el jíbaro o el capo, tiene una historia de vidas breves y fortunas efímeras (de unos pocos), en las que la muerte o la cárcel están siempre a la vuelta de la esquina. No es una economía sustentable. Es una historia sórdida de sufrimiento y dolor. “A los latinoamericanos nos queda la crisis, la guerra civil, los muertos, sociedades desgarradas y sólo algunos dólares que mueven las mafias locales”.
Estas mafias –afirma Colussi–, sin con esto quitarles su cuota de responsabilidad, no son sino una pequeña parte de toda la cadena. Los mafiosos son unos comerciantes que hacen su trabajo y no pasan de ahí; ganan dinero, mucho dinero sin duda, pero no tienen el poder de decisión sobre los términos macro del asunto…Quienes hacen la gran fortuna, en definitiva, son los banqueros: “Esa masa enorme de dinero que mueve el negocio –que, por cierto, se traduce en poder, mucho poder político, poder social– también llega a otras esferas de acción: ese dinero es ‘lavado’ e ingresa a circuitos aceptados… No es ninguna novedad que existe toda una economía ‘limpia’ producto de las operaciones de blanqueo de los capitales del narcotráfico. Y son bancos ‘limpios’ y honorables los que proceden a hacer esas operaciones, los mismos que manejan el capital financiero trasnacional que hoy controla la economía mundial y a los que el sur pobre y dependiente adeuda cifras astronómicas en calidad de deuda externa”.

Pero además de un enorme negocio, el tráfico de drogas ilegales tiene otro significado: es utilizado como mecanismo de control de las sociedades. Es un dispositivo que permite una supervisión del colectivo por parte de la clase dominante. Se pasa a controlar a la sociedad en su conjunto, se la militariza, se tiene la excusa ideal para que el poder pueda mostrar los dientes. Una población asustada es mucho más manejable.

Por su parte, el imperialismo estadunidense viene aplicando en forma sostenida un supuesto combate al negocio de las drogas ilícitas, cuyo objetivo real es permitir a Estados Unidos intervenir donde lo desee, tenga intereses, o los mismos se vean afectados. Terminar con el consumo está absolutamente fuera de sus propósitos. Donde hay recursos que necesita explotar –petróleo, gas, minerales estratégicos, agua dulce, etcétera, y/o focos de resistencia popular, ahí aparece el “demonio” del narcotráfico. Ello es una política consustancial a sus planes de control global. Gracias a ella, el gobierno de Estados Unidos cuenta con una arma de dominación político-militar. En realidad, el supuesto combate al narcotráfico es el montaje de una sangrienta obra de teatro. Es un combate frontal contra el campo popular organizado, en el que en Colombia, y ahora en México, por ejemplo, las oligarquías y sus gobiernos se han supeditado dócilmente a las estrategias de Estados Unidos, siendo la plataforma para la contrainsurgencia, la criminalización de las resistencias, la militarización y paramilitarización de nuestros países. El consumo inducido de drogas es parte medular del mantenimiento del sistema capitalista, tanto como lo es la guerra, por lo que el autor plantea en su conclusión la misma disyuntiva de Rosa Luxemburgo: “socialismo o barbarie”.

17/8/11

Dimensión de la guerra
Adolfo Gilly




Es sabido, en buena doctrina militar, que una nación no puede utilizar a su ejército en tareas de combate a la delincuencia sin condenarlo a la desmoralización y la destrucción. La persecución y el control de la criminalidad es tarea de otro órgano del Estado: la policía. Esa tarea y este cuerpo tienen sus propias reglas, sus modos de investigación, persecución y regulación del crimen, así como su ámbito específico de actividad y responsabilidad.

Haber encargado, por las razones que fuere, la persecución al narcotráfico como tarea primordial del Ejército Mexicano, y haber confundido y fundido su actividad con la que corresponde a los cuerpos policiales, es una descomunal irresponsabilidad –mido mis palabras– por parte del gobierno federal. Haber convertido la represión de una actividad criminal como el tráfico de drogas en una “guerra” –una guerra interna contra un enemigo impreciso, ubicuo y enmascarado que ha llevado a las corporaciones militares y policiales del Estado también a enmascararse– es una consecuencia natural de esa irresponsabilidad.

Resulta así que el Estado nacional mexicano está en guerra por decisión exclusiva del Poder Ejecutivo. Está por lo tanto en una situación excepcional, la de un Estado que, en los hechos, actúa una y otra vez por encima y al margen de las normas constitucionales y legales que fijan y delimitan sus poderes y sus relaciones con la sociedad. La proyectada ley de seguridad nacional propone diluir y desvanecer aún más la existencia y la vigencia de dichas normas.

Es el reconocimiento suprajurídico de un ente, llamado El Narco, como un Estado paralelo con fuerza militar propia, con finanzas que operan dentro del circuito financiero legal y en sus márgenes, con capacidad y autoridad impositiva de hecho en regiones del territorio nacional, con un cuasi monopolio de la violencia ilegal, contraparte del monopolio de la violencia legítima que por definición corresponde al Estado nacional. Se trata de una imaginaria “construcción del enemigo” sobre duros hechos reales así interpretados, similar al Eje del Mal de Baby Bush, para justificar una política sin sustento y sin futuro.

Ese reconocimiento, sintetizado en la fórmula “guerra contra el narcotráfico”, nos coloca a todos dentro de una realidad brutal: la disputa entre organizaciones de múltiples actividades criminales, enfrentadas y enlazadas en una lucha violenta y sin límites, y empuja a las fuerzas armadas de la nación a involucrarse como parte de ese conflicto.

En esta “guerra” no se respetan normas jurídicas ni límites morales. El narco por naturaleza no lo hace, ya ni siquiera con los antiguos “códigos de honor” de las organizaciones mafiosas. El Ejército federal se ve arrastrado al mismo terreno y, quiéralo o no, termina moviéndose fuera de la ley en su propio país. No es la primera ni la segunda vez que esto sucede. Pero ahora se convierte en norma de conducta, en modo y en costumbre desesperada. Los responsables de este proceso en el gobierno federal están destruyendo la fuerza moral de ese Ejército, ya antes lesionada por su utilización en conflictos sociales y políticos interiores.

* * *

Organizaciones armadas que por largo tiempo se combaten entre sí terminan asemejándose en métodos y costumbres. Cualquier novela policial muestra esta relación simbiótica entre los cuerpos policiales y el mundo de la delincuencia al cual la policía tiene que combatir, conocer, contener y regular. No se puede involucrar a un Ejército y una Marina nacionales en ese juego imposible e interminable sin pagar las consecuencias como nación y como sociedad y sin acabar desmoralizando, a la corta o a la larga, a los cuadros militares de cualquier nivel. Esto lo sabe bien y se abstiene de hacerlo Estados Unidos, cuyos gobiernos y cuyo ejército miran con sorna cómo el vecino México se adentra en ese camino, y hasta le dan su buena ayudadita.
La situación se agrava cuando las fuerzas armadas se ven obligadas por el gobierno federal a aceptar la intervención, y en muchos casos la tutoría técnica, de las fuerzas armadas del poderoso país vecino, Estados Unidos. Desde los tiempos de Porfirio Díaz, México rechazó esa dependencia, se negó al establecimiento de bases militares y navales extranjeras incluso en tiempos de guerra mundial y no envió a sus oficiales a recibir instrucción en Estados Unidos.

Esa tradición se ha disuelto. Hoy actúa directamente en nuestro territorio, con la aquiescencia y el beneplácito del gobierno federal, personal militar, policial y de inteligencia de la nación vecina.

Desde siempre, la política nacional de Estados Unidos en esta cuestión ha sido tratar de tener al otro lado de la frontera un Ejército mexicano débil y subordinado. No le basta la inmensa desproporción entre ambas fuerzas. Quiere, aunque sus gobernantes no lo digan, un Ejército convertido en constabularia, en cuerpos de policía temidos y odiados por la población, como la Guardia Nacional de Anastasio Somoza en Nicaragua o el ejército del sargento Fulgencio Batista en Cuba.

Esa política ha pasado ya todos los límites. El Ejército federal de Porfirio Díaz, sin dejar de mantener sus intercambios con Estados Unidos (que no era la potencia actual), adquiría sus armas en la lejana Europa y allá iban sus oficiales. Hoy México depende de la potencia militar limítrofe, Estados Unidos. Pero sucede que la industria de este país también provee de armas al narcotráfico, y no sólo a través de la operación Rápido y furioso. Un mismo proveedor está surtiendo de material bélico a los bandos enfrentados en la llamada “guerra del narco”, un actividad comercial sin control tal como les conviene a la industria del narco y a sus diversos “intereses colaterales” en los mundos de las finanzas y de la política.

Por otra parte, por los canales intercomunicados del sistema financiero de Estados Unidos y de México circulan impunemente los miles de millones de dólares de esa industria que figura entre los primeros rubros de exportación de este México de hoy, mientras su Ejército está entrampado en una supuesta “guerra” sin sentido, sin enemigo ubicable y sin posibilidad alguna de éxito. Este es el estado de cosas que la estrategia del narco provoca y desea como cobertura de sus negocios y sus rentas a ambos lados de la frontera.

Desde el punto de vista militar y geopolítico, ¿qué mejor para Estados Unidos en tanto poder militar vecino –cuya zona declarada de seguridad se extiende desde Alaska hasta el canal de Panamá, incluido el entero Caribe– que un México débil politica, social y militarmente, donde las violencias paralelas del narco y el gobierno diseminen indefensión, resignación y miedo?

A ese país nos lleva, si no lo detenemos, el actual gobierno federal con sus otras múltiples “guerras” contra las organizaciones sociales y sus derechos y conquistas; contra las propiedades de la nación en el suelo, el subsuelo y el espacio aéreo; contra el SME, las comunidades zapatistas, las organizaciones comunitarias de Oaxaca, Guerrero, Veracruz, San Luis Potosí, Sonora, los mineros de Cananea, los pueblos de La Parota, y contra cuantos sectores organizados de la sociedad resisten el despojo territorial, salarial y social.

No es inevitable que así sea.

7/8/11

Construyendo autonomía

Mazatl

La construcción de la autonomía en México no es un sueño, es una realidad, prueba de ello es la organización comunitaría que se ha desarrollado en varios estados del país. Por ejemplo, en Guerrero, la policía comunitaría lleva más de 16 años y representan a más de 65 comunidades trabajando en la defensa de su territorio, además de contar un sistema de impartición justicia propio como respuesta a la incapacidad del Estado.

Ejemplos más recientes son los de Ostula y Cheran en Michoacan. Los primeros "tiene dos años y la de Cherán sólo cuatro meses de haber sido reactivada, aunque en realidad, coinciden todos, lo que se está poniendo en práctica es una organización basada en sus sistemas normativos tradicionales".

Estos esfuerzos independientes, son los que alimentan nuestra conciencia y deben ser motivo de reflexión para muchos luchadores que creen que el Estado mexicano es la alternativa para solucionar los problemas que se viven en el país. El Estado ha sido destruido por el mandón y la clase política que lo acompaña, quien manda es el poder del dinero, los programas de seguridad pública estatales y municipales estan enfocados a cuidar a los ricos.

Para mayor información consultar:
http://www.jornada.unam.mx/2011/08/07/politica/002n1pol
http://www.policiacomunitaria.org/
http://www.youtube.com/watch?v=nGrfdU04pT4




6/8/11

Los de Abajo
Lucha de los jóvenes por la educación

Gloria Muñoz Ramírez





El pasado 4 de agosto, mientras el gobierno de Sebastián Piñera reprimió con lujo de violencia a miles de estudiantes que reclaman en Chile cambios profundos al desigual sistema de enseñanza del país, en México cientos de jóvenes excluidos del sistema de educación superior instalaron un plantón permanente frente a la Secretaría de Educación Pública para presionar por la apertura de lugares en las universidades públicas.

Ese mismo día, las dos luchas estudiantiles se unieron en una sola frente a la embajada de Chile en México, donde decenas de estudiantes mexicanos y chilenos se manifestaron contra la represión estudiantil en Santiago y recordaron que “en México no somos ajenos a esta lucha. En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en 1999 quisieron implementar las cuotas y fue el movimiento estudiantil el que permitió que la universidad siga hasta hoy gratuita”.

Pero no basta con que no se cobren cuotas en la UNAM, si de cualquier forma este año intentaron ingresar 197 mil 524 estudiantes y sólo fueron admitidos 10 mil 284 jóvenes, es decir, más de 90 por ciento fueron rechazados. En total, señala el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (Maes), tan sólo en el área metropolitana de la ciudad de México unos 200 mil jóvenes fueron excluidos de instituciones superiores de calidad, como la UNAM, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
El Maes, explican Isabel Sanginés y Atzelbi Hernández, “nace en el contexto de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del EZLN, cuando algunos de los jóvenes rechazados de las universidades, con altos promedios en sus bachilleratos y altos puntajes en el examen de admisión, deciden rechazar el discurso que los cataloga como reprobados e incapaces para estudiar una carrera universitaria de alto nivel”. Su demanda no es difícil de entender: ejercer su legítimo derecho a seguir estudiando.

En Chile, por su parte, los estudiantes llevan más de dos meses en las calles en demanda de una educación pública gratuita y de calidad. Más de 500 colegios han sido tomados; se han realizado multitudinarias marchas; universidades tradicionales y privadas paralizadas; todo esto como parte de una movilización que no se veía en este país desde hace décadas.

Fue el pasado 12 de mayo cuando la Confederación de Estudiantes Universitarios (Confech) convocó a una marcha, y poco a poco la protesta se fue extendiendo. Los estudiantes, hasta el día de hoy, no claudican, con todo y la constante represión a sus movilizaciones. En México, los excluidos del sistema tampoco se rinden.

losylasdeabajo@yahoo.com.mx -


http://desinformemonos.org