ELLOS Y NOSOTROS.
VI.-
Las Miradas 2.
2.-
Mirar y escuchar desde/hacia abajo.
¿Podemos
todavía elegir hacia dónde y desde dónde mirar?
La
cajera va y se quita el delantal naranja, refunfuñando por el coraje que le dio
que le reclamaran a ella ser cómplice del fraude que llevó al Poder la
ignorancia y la frivolidad. A ella,
mujer, joven o madura o madre o soltera o divorciada o viuda o madre soltera o
esperando o sin críos o lo que sea, que entra a trabajar a las 7 de la mañana y
se va a las 4 de la tarde, claro, si no hay horas extras, y sin contar el
tiempo de la casa al trabajo y de regreso, y luego a darle a la escuela o a la
casa, a las “labores-propias-de-su-sexo-se pueden-cumplir-con-un-toque-de-coquetería”,
leyó en una de las revistas que están a un lado de la caja, un día que no había
mucha gente. A ella, a quien se supone
que ésos van a salvar, nomás cuestión de un voto y ya, tarán, la felicidad. “¿Acaso los dueños se visten con el delantal
naranja?”, murmura irritada. Ella se
arregla un poco el desaliño propositivo con el que llega a trabajar para que el
gerente no la esté molestando. Sale. Afuera la espera su pareja. Se abrazan, se besan, se tocan con la mirada,
caminan. Entran a un café-internet o cibercafé o como se diga. 10 pesos la hora, 5 la media hora…/
-
Va, pero en la quincena te caes, si no a mí me cae el dueño y tú vas a ser el
que me fíe.
-
Va, pero será cuando tengas móvil, wey, porque estoy de lavacoches.
-
Pues lávatelo, wey – dice el Roco.
Se
ríen los 3.
-
La 7 - dice el Roco.
-
Ande, busque - dice ella.
Él
va a poner un número.
-
No – dice ella -, busque usted cuándo empezó todo.
Navegan. Llegan a cuando son un poco más de 131. Ponen el video.
-
Son fresas – dice él.
-
Cálmese vanguardia revolucionaria. Está
usted mal de su cabeza si juzga a las personas por su apariencia. Si a mí, por ser de piel clara, me dicen
güerita y fresita, y no ven que apenas llego a la quincena. Hay que ver la historia de cada quién y lo
que hace, sonso – dice ella, acompañando la argumentación con un zape.
Siguen
viendo.
Miran,
callan, escuchan.
-
Tras que se la cantaron de frente al Peña Nieto ése… son valientes, sí, se ve
que tienen muchos huevos -, dice él.
-
Y ovarios, menso – otro zape de ella para él.
-
Órales mi reina, la voy a acusar de violencia intrafamiliar.
-
Será violencia de género, menso - y otro zape.
Terminan
de ver el video.
Él:
– Tras que así empiezan las cosas, con unos pocos que no tienen miedo.
Ella:
– O sí tienen miedo, pero lo controlan.
-
¡Media hora! – les grita el Roco.
-
Sí, vámonos.
Ella
va sonriendo.
-
¿Y ora de qué se ríe?
-
De nada, me estaba acordando – se pega más a él – de eso que dijo de
“intrafamiliar“. ¿O sea que como quien
dice quiere usted que seamos familia?
Él
ni duda:
-
Cámara, mi reina, pa´ luego es tarde, ya le estamos dimos dando, pero sin
tantos zapes, mejor besitos, y más abajo y a la izquierda.
-
¡Órales, no me alburee, wey! – otro zape – Y nada de que “mi reina”, ¿qué no
estamos en contra de la pinche monarquía?
Él,
antes del zape de rigor: – Va pues, mi… plebeya.
Ella
se ríe, él también. Después de unos
pasos, ella:
-
¿Y usted cree que los zapatistas nos inviten?
-
Cámara, si el Vins es mi cuate y dijo que él es su carnal del cara de calcetín
porque lo dejó ganar en el mortal kombat, en las maquinitas, así que nomás
tenemos que decir que somos banda del Vins y ya estufas brujas - él argumenta
entusiasmado.
-
¿Y será que voy a poder llevar a mi mamá?, ya está grande…
-
Claro, hablando de brujas, si con suerte hasta se queda atorada en el lodo la
futura suegra – él agacha la cabeza esperando el zape que no llega.
Ella,
ya enojada:
-
¿Y qué madres nos van a dar los zapatistas si están bien lejos? ¿Acaso me van a dar mejor sueldo, van a hacer
que me respeten, que los pinches hombres no me estén viendo las nalgas en la
calle, y que el puto patrón deje de estarme tocando con cualquier
pretexto? ¿Me van a dar para pagar la
renta, para comprarle su ropa a mi hija, mi hijo? ¿Van a bajar el precio del azúcar, el frijol,
el arroz, el aceite? ¿Me van a dar de
comer? ¿Van a enfrentarse a la tira que
diario llega a molestar y extorsionar a los del barrio que venden discos pirata
diciendo que es para no acusarlos con el señor o la señora Sony…?
-
No se dice “pirata”, sino “de producción alternativa”, mi rei… plebeya. Y no se esponje conmigo que estamos igual.
Pero
ella ya lleva vuelo, así que ni quien la pare:
-
Y a usted, ¿le van a devolver su trabajo en la planta, donde ya era calificado
no sé qué madres? ¿Le van a valer los estudios, los cursos de capacitación, y
todo para que el culero del patrón se llevara la empresa a no sé dónde, y el
sindicato y la huelga, y todo lo que hizo, para luego terminar lavando
coches? O como a su carnal de usted, el
chompis, que le quitan el trabajo y le desaparecen al patrón para que no pueda
defenderse y el gobierno con su rollo de siempre de que es para mejorar el
servicio y la clase mundial y la madre del muerto y acaso bajaron las tarifas,
si está más caro, y la pinche luz se va a cada rato y el pinche calderón se va
a dar clases de sinvergüenza con los gringos, que son los meros maestros de esa
madre. Y mi papá, que dios lo tenga en
su santa gloria, que se fue a chambearle al otro lado, no para turistear, sino
para sacar el varo, la luz, la lana, la paga para mantenernos cuando estábamos
más escuincles y ahí nomás cruzando la línea lo torció la migra como si fuera
un terrorista y no un trabajador honrado y ni el cuerpo nos entregaron y el
pinche Obama ése que parece que tiene el corazón de color del dólar.
-
Chale, ya pare su carro y oríllese a la orilla, mi plebeya.
-
Es que cada que me acuerdo me da coraje, tanto darle y darle para que al final
los de arriba se queden con todo, si nomás falta que privaticen las risas,
aunque no creo, porque de ésas hay pocas, pero las lágrimas sí, ésas abundan y
se hacen ricos… más ricos. Y luego viene
usted con sus cosas ésas de que los zapatistas para acá y los zapatistas para
allá, y que abajo y a la izquierda y que la octava…
- La Sexta , no la octava – la
interrumpe.
-
La que sea, si esos weyes están muy lejos y luego hablan el español peor que
usted mero.
-
Ora, ora, no sea malora.
Ella
se limpia las lágrimas y murmura: – Pinche lluvia, ya me arruinó el estilauder,
y yo que me había arreglado para gustarle a usted merengues.
-
Boiiii, si usted me gusta más sin nada… de ropa.
Se
ríen.
Ella,
muy seria: – Bueno, ya, a ver dígame, ¿esos zapatistas nos van a salvar?
-
No, mi plebeya, no nos van a salvar. Eso
y otras cosas las tenemos que hacer nosotros mismos.
-
¿Y entonces?
-
Ah, pues nos van a enseñar.
-
¿Y qué nos van a enseñar?
-
Que no estamos solos.
Ella
se queda callada un momento. De pronto:
-
Ni solas, menso – otro zape.
El
transporte colectivo va a reventar. A
ver si el que sigue.
Hace
frío, está lloviendo. Se abrazan más, no
para no mojarse, sino para mojarse juntos.
Lejos
alguien espera, siempre hay alguien que espera.
Y mientras espera, con un viejo lapicero y en un cuaderno viejo y ajado,
lleva la cuenta del mirar de abajo que en una ventana se mira.
(Continuará…)
Desde
cualquier rincón, en cualquiera de los mundos.
SupMarcos.
Planeta
Tierra.
Enero
del 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario